El concepto de Calidad es amplio y ha variado a lo largo del tiempo. Suele definirse como un conjunto de propiedades y características, atribuidas a un producto o servicio, que le confieren la capacidad de satisfacer las necesidades del cliente.
Con la evolución del concepto de calidad y la percepción de su importancia en el posicionamiento estratégico de la empresa en el mercado, surge la necesidad de que la Calidad sea transversal, en el sentido de que no sólo atienda a las demandas y necesidades de los clientes externos, sino también a la satisfacción de todos los departamentos, como clientes internos. Por tanto, tiene aplicación a todos los niveles y áreas de la empresa, en una perspectiva de participación y mejora continua.
La calidad debe considerarse una cuestión de cultura y estrategia organizativas y no sólo una etapa del proceso de producción.
A menudo se piensa erróneamente que la gestión de la calidad consiste únicamente en garantizar el control de calidad de los productos. Sin embargo, no es sólo eso.
La gestión de la calidad permite mejorar la capacidad de la organización y también su rentabilidad, es decir, hacerlo mejor, más rápido y con menos costes. A menudo, hacerlo bien a la primera.
En la gestión de la calidad hay una premisa fundamental: los costes de la "no calidad" (defectos, correcciones, pérdida de clientes, etc.) son mucho mayores que los costes de desarrollar procesos que produzcan productos de alta calidad.
Fabricar un producto, aunque tenga un alto nivel de calidad y de satisfacción del cliente, no es suficiente. El coste de alcanzar estos objetivos debe controlarse cuidadosamente para que, a largo plazo, el efecto de los costes de calidad en el negocio de la empresa sea el deseado.
Por lo tanto, el control del proceso es de suma importancia, para lograr la calidad del producto sin desperdicios ni ineficiencias. Sólo así tendremos un proceso sostenible, con mayor satisfacción del cliente y mayor beneficio para la empresa.
Es tener la capacidad de cumplir los requisitos, pero más que eso, la capacidad de continuar haciéndolo a lo largo del tiempo, es decir, garantizar la salud de la organización a largo plazo, permitiéndole sobrevivir y prosperar en el mercado.
Este es el pensamiento basado en la Calidad Sostenible, donde el centro de atención pasa a ser la sostenibilidad de la empresa.